Siempre ha sido un grande por historia, pero campañas atrás nadie contaba con ellos, como mucho todos sabíamos que podía hacer un buen papel tanto en Premier League como en competición europea, incluso ganar a alguno de los tres grandes nombrados antes. Este año con la llegada de Mesut Ozil, parecía un equipo a tener en cuenta para algo más, aunque viendo el resto de las plantillas parecía no dar sensación de gran equipo y más con la derrota en la jornada 1 frente al Aston Villa por 1-3.
Con Ozil, Wenger sabía que podía contar si trabajaba bien con uno de los centro del campo con más talento de toda Inglaterra. Al internacional alemán había que añadirle a Santi Cazorla, un Jack Wilshere recuperado, un Aaron Ramsey con mucha pólvora de cara a gol y una bala por la banda como Theo Walcott. A todos estos les faltaba el olfato goleador de Olivier Giroud, siempre cuestionado por su irregularidad de cara a gol.
Pues bien, con todo esto, el Arsenal prometía y sigue prometiendo. Tras la primera jornada el equipo del Emirates tuvo la transformación que su público quería. Es decir, lo que le faltaba estos últimos años, el saber competir por un título. Diez partidos fueron los que pasaron desde aquel primer tropiezo hasta que los gunners volvieran a perder, pero aquella derrota iba a significar algo que más adelante serviría para darse cuenta de una cosa. La derrota fue 1-0 en Old Trafford contra el Manchester United, el peor United en años.
Perder en el "Teatro de los Sueños" es algo que puede pasar, pero hay que darse cuenta de una cosa tras ese resultado. El Arsenal sigue ganando pero ganando a equipos de media tabla baja. Tras el partido contra los de David Moyes vence fácil a Southampton, Cardiff y Hull pero después de estos tenían que venir Everton, City y Chelsea, nada menos.
Un Everton que era el equipo que menos partidos había perdido en liga demostró ser un difícil rival, por eso va ahora en quinta posición. El Arsenal no pudo sacar más que un empate a 1. También en casa contra el Chelsea no pasó del 0-0 en un partido insulso. Pero contra el City fue donde se vio que esto era lo de siempre. Los de Wenger llegaban líderes y los de Pellegrini con algunas dudas, y aún así la debacle fue vergonzosa. Un 6-3 que escoció demasiado.
Todo esto hasta hoy, y todo porque ayer el Arsenal demostró que no está para ser equipo campeón de Premier League. Una nueva derrota ridícula. Irse escaldado de Anfield sin saber competir es lo que no puede permitirse este equipo con lo que tiene en plantilla. Un 5-1 que en la primera media hora ya era 4-0 con dos goles a la salida de un córner en los primeros diez minutos. Los gunners están perdiendo la liga contra los que tienen que ganar, es decir, contra sus máximos rivales. Y lo que es más problema, a veces sin dar la cara.
A pesar de ello, el Arsenal sigue optando al título. Pero después de estos resultados, y ver donde pierde los puntos, tiene que dar las gracias al resto de los grandes. Todo porque la competencia esta campaña es máxima y no sólo están los dos de Manchester y Chelsea. El Liverpool ha vuelto, ganar al Everton de Roberto Martínez es una tarea que casi nadie lo ha hecho y el desembolso que ha realizado el Tottenham hace que también se cuente con ellos para pelear por los puestos de privilegio. Wenger se salva por los demás, ya que la historia por desgracia es la misma de todos los años.